La esposa de Sven Nordberg lleva más de tres meses desaparecida. El caso es famoso en el pueblo de Trude: Molly es toda una estrella en la ciudad, la joya de este pueblo imaginario enclavado en el medio oeste norteamericano, una mezzosoprano a quien todos recuerdan por su participación como Don Ottavio, en la ópera Don Giovanni.
Siguiendo su última pista (se sabe que salió de un ensayo con rumbo a la tienda para comprar un huevo que le ayudase a aclarar su garganta), Sven recorre el centro de Trude con la esperanza de hallar algo. En su casa lo espera Kyle, su hijo de 17 años, con pocos amigos y a quien la Primera Iglesia del Propósito Divino intentará salvar.
Así, en medio de la búsqueda, aparecen intercalados recuerdos especiales, como el día en que se conocieron, durante una fiesta de disfraces de Halloween. Ella, con una máscara de un pescado gris; y él, disfrazado como la edición corregida de un diccionario inglés, incapaz de creer su suerte al estar junto a la chica más guapa de la universidad.
Y es que Fachadas es mucho más que una historia de misterio. Esos detalles la alejan de esa seriedad que caracteriza a la novela negra. Aquí no hay esas molestas pistas que buscan hacer sentir al lector más inteligente de lo que realmente es. Se trata, entre otras cosas, de una historia de amor y celos, y de un relato sobre las dificultades que enfrenta un padre para educar solo a su hijo.
Por Fernando Hernández Urías
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